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¿Las clases tienen que ser divertidas?

El otro día os lancé una pregunta rápida sobre lo contrario de “aburrido”. Y todo ha sido por esta entrada que os dejo a continuación. En ella se reflexiona sobre la tendencia actual a hacer que las clases sean divertidas: claramente relacionado con el fenómeno de la «gamificación» (creo que nunca me acostumbraré a esa palabra), pero también con el horror a las clases magistrales (aunque sean participativas) y la necesidad de que si no te lo pasas bien no aprendes.

Marc Ambit: Reflexiones de un profesor universitario (I): las clases no tienen porqué ser divertidas. En Esencial blogs [acceso 10-nov-2017]

En ese sentido, yo estoy de acuerdo con lo que se plantea. Para que una clase sea buena (así como el profesor) no es necesario que sea divertido. Yo reconozco que ha habido clases, como profesor y como alumno, en las que me lo he pasado bien. Pero no son precisamente esas de las que guardo un recuerdo especial. Como habéis comentado en entradas anteriores, hay algo más. Disfrutas cuando hay un reto. Cuando encuentras un desafío intelectual y con la ayuda del profesor consigues superarlo. Ese día sales de clase con satisfacción. Lamentablemente, días de esos hay muy pocos. Claro que también, si todos los días son muy buenos, no hay ninguno que sea especial y eso los convierte a todos en mediocres (bueno, quizá no tanto).

Por cierto. Si quieres saber los resultados de la pregunta, aquí los tienesgrafico contrario aburrido

Miguel
Profesor de la UPV http://mreb.es/me
http://www.mrebollo.es
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